20 diciembre 2005

LA TEORÍA DE LA CAJA DE CERILLAS.

A toda persona al nacer se le asigna una caja con el mismo número de cerillas. Conforme va transcurriendo nuestra vida vamos prendiendo, una a una, esas cerillas, que no son más que nuestras propias pasiones, ocultas o confesables, la chispa de nuestros deseos más anhelados.

El secreto está en encontrar un equilibrio controlado a la hora de encender las cerillas, porque simbolizan todos los aspectos de nuestra efímera existencia, no están asignadas por número. Si nos dedicamos a encender a destajo aquellas que alumbran una determinada pasión (ej.: nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra pareja ...), puede que ya no nos queden cerillas suficientes para desarrollar otro tipo de pasiones o de sentimientos, y entonces, tengamos que dejar de prender esa mecha para poder dar chispa a otra en los años que nos queden de vida.
Cuando una persona gasta todas las cerillas antes de dejar de existir, se extingue al igual que una vela consumida, sigue viviendo físicamente, pero por lo demás, se comporta como un vampiro sin alma intentando chupar las pasiones de la gente que le rodea, intentando robar una cerilla ajena para hacerla suya, y pidiendo a gritos que alguien le clave una estaca de plata en el corazón y le corte la cabeza para tener una muerte digna.

A estas alturas, yo ya sé que cerillas no me puedo permitir encender más por el desequilibrio aparente, y tú?, sabes de que llama cojeas?.

No olvides guardar la última de la caja para poder sobornar a la muerte o al príncipe del Averno, y lograrte un dulce viaje al más allá.

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