10 agosto 2007

CAPTADOR DE TENDENCIAS.

Años después te daría la razón póstuma cuando comprendí que había hecho de mi comportamiento adolescente extremadamente tímido mi modo de mi vida.

Siempre fui lo suficientemente impopular e ignorado como para permanecer retraído en mi pequeño rincón espacial, expectante, como mero observador del más mínimo detalle de lo que ocurriera en ese mundo al que yo ansiaba pertenecer, y que entonces, no sabía la razón por la que me había sido negado, la descubrí años más tarde, con la destemplanza que produce la nostalgia de los recuerdos tempranos.

Tantos años pueriles de introvertida observación, en solitario, en silencio, como un animal agazapado, desembocaron en lo que soy, un captador de tendencias, básicamente alguien a quien contratan las empresas para que lleve una vida de viajante solitario, sin importarle, y se dedique a observar las nuevas tendencias que podrían ser muy rentables a corto plazo en diferentes sectores comerciales. Como el trabajo se basa en la soledad y la observación, prácticamente lo que ha sido mi vida en la infancia y la adolescencia, soy muy bueno en lo que hago, no podía ser de otra manera.

Hoy ya no viajo más, he visto demasiado del mundo, más de lo que probablemente me hubiera gustado, solo deseo levantarme mañana y no recordar los sitios en los que he estado. Hoy ya no trabajo más, redactaré mi último informe sobre las incipientes tendencias que se llevarán en un futuro más inmediato de lo que pensamos.

El progresivo calentamiento del planeta por la emisión reiterativa a la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases contaminantes, ha provocado un efecto invernadero que desemboca en un progresivo cambio climático. Empezarán a aumentar las temperaturas en verano y descenderán en menor medida en invierno, hasta que apenas se note la diferencia entre las estaciones. Los polos seguirán derritiéndose cada vez más deprisa dando lugar a la desaparición de playas, costas, e incluso ciudades e islas enteras, provocando el pánico descontrolado y las migraciones forzadas de millones de habitantes que buscarán seguridad en tierra firme, con los consecuentes problemas de hacinamiento y falta de recursos. Desaparecerán numerosas especies animales y vegetales al extinguirse sus ecosistemas. El calor sofocante propiciará la propagación de enfermedades tropicales y otros virus aún no conocidos. Las empresas farmaceúticas harán su Agosto particular vendiendo protector solar factor 2000 para evitar el cáncer de piel y mascarillas con depósitos de oxígeno en aquellas ciudades donde el aire empiece a ser irrespirable y altamente contaminante.

Se impondrá la comida macrobiótica y los productos agrícolas alterados genéticamente, todo ello cultivado en enormes invernaderos artificiales, y tenderán a desaparecer de nuestra dieta las carnes y los pescados.

Los embarazos a la carta estarán a la orden del día, pudiendo elegir, no solo el sexo del bebé, sino también el color de pelo, de ojos, su cociente intelectual, y hasta sus preferencias futuras, pero esto no evitará los cada vez más frecuentes partos prematuros y el aumento de mal formaciones insólitas en recién nacidos debido a la contaminación y toxicidad circundante generalizada.

A cada ser humano al nacer se le implantará por ley un dispositivo bajo la piel de su muñeca izquierda, que deberá ser actualizado una vez al mes, y que bajo cualquier lector de código de barras ofrecerá información sobre su identidad, un GPS para su localización inmediata, antecedentes penales, expediente médico, puesto de trabajo, datos bancarios, e incluso servirá como tarjeta de crédito para cualquier pago. El Gran Hermano que todo lo ve, el control sobre los ciudadanos por parte del Estado será absoluto.

Los domingos los padres llevarán a sus hijos al museo de la ciudad para que contemplen los últimos ejemplares de árboles y puedan ver de cerca a animales extinguidos, aunque sean disecados.

El nuevo motivo de guerra no será el petroleo, ni la carrera armamentística, sino el control sobre el agua potable que quede sobre la Tierra. El punto más desfavorecido por los conflictos bélicos será el acuífero de Guaraní que ocupa parte de la superficie subterránea de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. El agua para consumo humano empezará a ser restringida y racionada a cuenta gotas.

En las ciudades más pobres del planeta prevalecerá la desertización extrema o las inundaciones prolongadas, según la latitud. Hará mella la hambruna, las enfermedades, la devastación de aldeas enteras y el vandalismo, que no será más que la única forma posible de supervivencia que les quede.

Podría soportar muchas de estas cosas, menos la deshumanización de las personas como tales. Las nuevas tecnologías gestionarán todos los aspectos de nuestras vidas, solo seremos un código de barras más en el disco duro de un servidor controlado, y la población estará dividida ideológicamente entre los tecnópatas y los conservadores. No hace falta que os diga en qué grupo estaría yo, pero los que me conoceis sabeis que no puedo quedarme, durante años nos hemos alimentado de sueños que creíamos posibles, pero hoy a este cobarde abatido todo aquello ya solo se le antoja como una lejana utopía en el rincón de los recuerdos.

Es curioso como al final he retrocedido a la abstracción de los quince años, ya no soy habitante del mundo sino de mi propia agonía aislada y enloquecida ante un futuro inexistente. Aquella isla de las muchas de Indonesia donde pasamos un verano entero, acabará sepultada bajo toneladas. Intentábamos adivinar entre risas a quién se le habría ocurrido la absurda pregunta de qué te llevarías a una isla desierta, cada día inventábamos respuestas diferentes que cambiábamos cada quince minutos, entonces no nos importaba el tiempo. Irónicamente, voy a vivir mis últimos días en esa isla casi desierta, y por fin he encontrado la respuesta a las tres cosas que me llevaría.