28 junio 2008

ASÍ PODÍA HABER HABLADO ZARATUSTRA.

Depués de haber padecido durante interminables años
hambre y privaciones,
después de haber sido abandonado
por decenas de mujeres
que corrieron a los brazos del triunfador de turno,
después de haber soportado con paciencia de monje
paternales consejos,
amistosas palmadas,
suficientes sonrisas,
confidencias idiotas,
vagos aplausos corteses de los instalados
en mullidos sillones,
después de haberme visto arrastrado a oficiar
de bufón en sus fiestas,
de ingenioso en sus bailes,
de profeta en su tierra,
después de haber sido repetidas veces
humillado por mediocres,
vejado por cretinos,
ignorado por insignificantes,
pisado por tramposos,
postergado por quienes, en el mejor de los casos,
os lo juro, valían
menos que yo,
después de, en fin, haber fracasado en todo
con estrépito,
he decidido por decreto ley,
solemnemente,
proclamar sin pudor QUE SOY UN GENIO
Y QUE LA HUMANIDAD NO ME COMPRENDE.



Joaquín Sabina.
"De lo cantado y sus márgenes".

01 junio 2008

NOSTALGIA DE LO "NO" VIVIDO.

Jueves 29 de Mayo del 2008. Ciudad de Córdoba.

No se puede decir que mi vida esté marcada por numerosos viajes a países lejanos, con fotos y vídeos incluidos para castigar sin piedad a mis amigos en una tarde de Domingo que se va volviendo densa. En realidad, no hay nada de todo eso, ni siquiera he salido de España, he viajado mucho menos de lo que hubiera deseado, pero hay ciertos lugares de los que me voy la primera vez convencida de que volveré, y Córdoba es uno de ellos.

La excusa perfecta era la feria, el motivo, en realidad, era que hacía tiempo que tenía una necesidad imperiosa de pasear por sus calles sin rumbo fijo.

Según Tere hay que estar atento con los cinco sentidos porque la vida a su paso nos va dejando señales que hay que interpretar, aunque yo soy más bien de las que piensa que si esto es verdad, cada uno interpreta las señales como quiere y en su propio beneficio, normalmente para no ver la cruda realidad que se esconde detrás. Sea como fuere, yo no tenía pensado, en un principio, llegar el jueves, y allí estaba. Tampoco tenía pensado asistir a la actuación musical de la caseta municipal, y allí estaba, con la casualidad pasmosa de que el grupo que actuaba era el grupo de mi pueblo natal de toda la vida, precursores del new-wave en Málaga, de los pocos supervivientes de la movida madrileña, y a los que siempre les extrañó que la gente les reconociera por la calle después de un disco de platino.

Yo estaba allí, por un cúmulo de casualidades inexplicables, rodeada de cientos de personas pero ausente. Surgió un repertorio por y para el recuerdo, y a partir del primer acorde de la primera canción ya no estaba en Córdoba, estaba en la casa familiar de Torremolinos escuchando por la ventana los acordes repetitivos, que no terminaban de cobrar vida, de unos que pretendían ser músicos y que ensayaban en un garaje poco ventilado y sin insonorizar frente a mi casa. Con cada tema que se sucedía ya solo veía a quién el tiempo situaba en la retina del recuerdo, las lágrimas de Karen cada vez que llegaba el fin del verano con las primeras lluvias de septiembre, la camaradería del club del alcohol que deseábamos que durara para siempre, las innumerables noches del Gypsy encima de la barra y a puerta cerrada, las cintas en el radio cassette mientras esperaba que amaneciera en aquellas largas e inciertas noches de hospital apestando a antiséptico,... una vida entera pasando por un escenario de la feria de Córdoba y sin que nadie me pidiera permiso, incluso miraba a mi alrededor multitudinario celosa de que esa intimidad espontánea pudiera traslucirse al exterior.

Pero en el turno de los bises, de repente los vi a ellos en un presente desmejorado, envejecido, canoso y con kilos de más, con muchas tablas pero cansados de tantos kilómetros a las espaldas por ferias de pueblos, en una época en que solo unos pocos nos acordamos de aquel merecido disco de platino, y que si siguen ahí contra el tiempo y la distancia de las vidas encontradas es porque cabe la posibilidad de que que no sepan o no quieran hacer nada más mientras les quede un resquicio de lo que un día fueron.

De vuelta al hotel, el grupo se fue retirando y yo me abandoné al silencio de la plaza de las Tendillas disfrazado con el rumor del agua de las fuentes. Y por primera vez aquella noche había envejecido, sentí en el cuerpo trasnochado los años que realmente tengo. Quizás he tenido que llegar a una ciudad distinta donde se me ha representado el pasado fuera del contexto original para ver con la distancia que un día fuimos jóvenes y estúpidos, y que en esa plaza, esa noche, se abrió una puerta por la que se escaparon sueños adolescentes imposibles de retomar, y ahora, ya no somos tan jóvenes pero seguimos siendo igual de estúpidos.

Y la plaza seguía en silencio, quizás por el luto de la inocencia perdida que intentamos retener y que se escapó por la puerta con una crueldad de adultos.

Volveríamos atrás si alguien nos concediera ese deseo?. En mi caso tendrían que reinsertarme en Matrix y que no me acordara de nada, porque si lo hiciera con el camino vivido y con las heridas sin cerrar, de qué me serviría?, sería una desconocida con respecto a la que un día fui, y lamentablemente, las cosas solo pueden vivirse por primera vez en una sola ocasión.

Ya no estas tu, y los que quedamos nos vamos devorando a nosotros mismos envueltos en la espiral que realmente nos jode con todas las letras de lo mal sonante, y es que todavía el ser humano no ha inventado una forma de poder controlar el paso del tiempo.

Y la plaza seguía en silencio, y miré el reloj, que toca las horas como si fuera una orquesta completa, y me acordé de Eduardo cuando una vez me dijo con los ojos vidriosos que hay un momento en la vida en que ya no vas hacia delante, sino que empieza la cuenta atrás. Y recordé la letra de uno de los temas del concierto, "... no habrá fiestas para mañana, abandonate, abandonate, como una hoja en el viento...".

E intenté dejar el melodrama para otro momento, y caminé hacia el hotel para intentar despertar al día siguiente y no sentir rabia por la nostalgia de lo NO vivido.