10 abril 2011

ME CAYÓ LA FICHA EN PLENO MADRID.

Hoy definitivamente "me cayó la ficha", y se me presentó mentalmente así, justo con esa frase y en argentino.

Así que se me ocurrió buscar lo más parecido a un quiosco de facturas (las tiendas de los chinos de Madrid), me aprovisioné de bonobones, cubanitos, mantecol y alfajores, (lástima que no pude encontrar pasta frola con dulce de membrillo, mi preferido), sobredosis de azúcar del otro lado del charco para ver si podía endulzar el momento, y empujé todo aquello hacia la garganta con unas cuantas Quilmes. Decepción a la argentina, sonaba bien.

Y puede que llorara como sólo saben llorar los hombres argentinos, sin vergüenza, sin silencio y faltandoles el aire en cada inspiración, que se yo?, me quedé adormecida en un viaje en el tiempo donde todavía estábamos todos y aún éramos los de antes.

Desperté y subí al subte, en una de esas líneas largas que no llevan a ninguna parte porque es circular y en las que sólo me dedico a ver pasar la vida de los demás en Stand by, sin tomar parte en nada, y con el tranquilo convencimiento de que en Madrid nadie va a pulsarme el Play. Curiosamente el parque temático argentino del día terminó con el sonido de un gastado bandoneón al otro lado del vagón, y alguien que hacía verdaderos esfuerzos por imitar la voz de Gardel en los acordes de "Por una cabeza". Y me acordé de los post de Hernán Casciari en su ya desaparecido blog "Orsai", donde relataba como fue su llegada a España hasta que logró acallar que no desaparecer su morriña mercedina.

Lo malo de que caiga la ficha es que a veces cae hacia al lado donde todo es trucho, y una vez que ha caído ya nunca más puedes cerrar los ojos en esa dirección.